
Los dos sólo soñábamos con cruzarnos el charco y finalmente lo hicimos. Por diferente vías, a diferentes lugares, a diferentes cuturas, a enfrentar diferentes retos y con diferentes propósitos y metas, pero la amistad nos volvió a cruzar los caminos aunque fueran tan diferentes.
Y así volvimos a pasar otro fin de año, abrazados y rodeados de personas extrañas, tal y como hace un año; soñando con cruzar el charco, pero esta vez con otro sentido: de regreso al puto pedazito de tierra al que queremos. Pero esta vez no con una mueca de desilusión en el rostro, sino con el más sincero gesto de que cumplimos nuestro sueño, con la certeza de que tenemos el mundo enfrente, con la aún mayor certeza de que nos tenemos el uno al otro en una verdera amistad.
No sé dónde vamos a pasar el umbral al 2008, de seguro no va ser viendo luces artificiales en Valencia, ni contando los segundos con españoles, ni comiendo las uvas que preparó la maistra de la casa de donde vivís... no importa donde la pasemos, sólo vamos a tener la certeza de que tendremos una mueca de orgullo en el rostro.
Te quiero, sequita



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