viernes, octubre 27, 2006

Living Belfast

Pensé que ya era tiempo de escribir sobre cómo me va y qué pienso de vivir acá, cuando ya estoy a casi diez días de cumplir mis primeros dos meses en estos rumbos.

Primero, creo que no me equivoqué al decidirme probar suerte. El beneficio que he visto más inmediato es que estoy aprendiendo inglés más rápido de lo que pensaba. Es verdad que aún me cuesta bastante, que ando siempre bien cansado porque tengo que “traducirlo” todo mentalmente y que se complica aún más con el difícil acento de los irlandeses, pero si he notado que ahora entiendo muchísimo más que en los primeros días y la gente de acá también me lo dice. He comenzado a leer en inglés, las Cronicas de Narnia, y en mis días libres veo películas sin utilizar subtítulos y también se me es más fácil ahora.

He intentado varias veces de aprender inglés en El Salvador y no he podido. Creo que porque estoy acostumbrado a aprender bien rápido y cuando algo se me dificulta no tengo paciencia para perseverar. Así que venir acá y obligarme a mí mismo a meterme el inglés por todos lados fue de buen tino.

Creo que lo más gracioso que me ha pasado es que en una capacitación me dijeron que fuera por lana (wool) y regresé media hora más tarde porque anduve buscando un pedazo de madera (wood). Ese día todos se rieron de mí. Pero aún no les gano a las salvadoreñas que estuvieron antes, una dijo que necesitaba lavarse sus tetas por sus dientes (tits en vez de teeth) y las más mítica es una que dijo que necesitaba cock (para los que saben no necesitan explicación) en vez de cook (cocinar)

A la gente de acá les encanta el español. Varias veces, cuando hemos estado hablando español con la otra salvadoreña que vive acá, la gente se detiene y nos dice: que bonito se oye. Y como a varias personas de acá me preguntaban cómo se decía tal y tal cosa decidí dar clases de español. Empiezo el otro domingo en la tarde y ya tengo varios alumnos, unos 6 por lo menos que están bastante interesados.

También me han pasado cosas súper chistosas con la gente que trata de hablar español. Una de mis compañeras, que es bien guapa, me dijo en voz alta una vez que iba pasando: “Chúpame el chocho”. Después de ir los respectivos coros celestiales, pensé que la libertad mental y sexual en estos países era lo mejor que le podía pasar a un latino soltero. Pero no, la pobre tipa era lo único que sabía decir en español porque un su ex novio que había estado de vacaciones en España le había enseñado eso y ni siquiera sabía lo que significa. Ya se imaginarán en qué lugares anduvo el novio y la cara que puso ella cuando le expliqué.

Otra anécdota es que el encargado de la cocina es gay, y un salvadoreño que estuvo hace algunos años le decía “cara de maricón”. Y el mismo tipo andaba diciendo que él era la “reina de las putas”, porque sólo eso le habían enseñado. Después de la debida explicación, decidió cambiar y hoy anda diciendo que es la “reina de las zorras”, porque dice que lo marica es por vocación.

He regresado a escribir también, algo que había dejado hace mucho. Comencé por una pequeña narración, que ahora que la leo con otros ojos, me parece que no está tan mal escrita, y me devolvió la confianza en la pluma; y había comenzado una más larga, pero hace poco a la inspiración la noqueó la realidad, y creo que habrá que replantearla.

Lo otro positivo es que llevo una vida más saludable. Y me refiero a todo, al poco nivel de stress, a un ambiente menos contaminado y a que voy a gimnasio. Cuando tengo libre, me voy caminando por la orilla de la playa o por la carretera que cruza los acantilados. Me gusta oír el canto del agua al suicidarse contra las rocas o cuando pierde sus fuerzas después de una marcha loca y decide descansar en la arena.

Es más, ahorita que estoy escribiendo estas líneas me encuentro en la casa de descanso de la ONG, en medio de los colinas irlandesas. Es una sitio callado, ideal para relajarse. Aunque lo que no me gusta es que entró el invierno y ya desde hace un par de días hace bastante frío y un viento espantoso (creo que en una de sus vergueras el Alfredo Espino ha de haber venido a parar aquí y escribió los Vientos de Octubre). También los días son grises, con una nubes que parecen hechas de cemento, y el sol sale bien tarde, como a las 9 de la mañana. Me han dicho que entre más nos acerquemos a diciembre el sol solo sale unas pocas horas, cerca del mediodía, y que ni siquiera se ve. Ellos le llaman “twilight” a esa luz que es como un largo amanecer.

Lo otro que no me gusta es la comida y me parece insana por la cantidad de grasa que ocupan. Acá todo es untar de mantequilla las cosas. Le ponen al pan dulce, a las tostadas, a la sopa, a las papas, a todo lo que se le pueda untar. Lo otro es que comen tanta papa que yo ya esoy chino: papa salcochada, papas fritas, puré de papa, las mil y una papa. Pero también pienso que ellos vieran nuestra comida insana, y es que realmente lo es, porque dudo mucho que los plátanos fritos, los frijolitos de esos que hasta rechinan en la cacerola, el montón de crema y el queso duro, o aquellas pupusitas de chicharrón, tan buenas pero que dejan el plato cubierto de aceite, sea lo recomendado en una dieta para bajar de peso. Lo otro es que nosotros comemos el mismo arroz todos los almuerzos y que a ellos eso les hastiara rápido.

Todavía no me ha entrado la nostalgia culinaria porque me traje unas bolsitas para hacer horchata y Janete, la salvadoreña que vive acá, ha hecho un par de veces tortillas y pupusas. Y una vez, curioseando en un mercado chino (no chino de cosas taiwaneses como allá, sino de plano para chinitos, y donde vi unas cosas tan raras) hallé jugo de caña y sabía bastante parecido al que venden en la carretera a Cojute. En ese mercado hallé también las clásicas pepeshcas y yuca, al estilo de la dinastía Ming, claro. En esas idas, también fuimos al mercado hindú y ahí si que estuvo triste, yo casi zopeo, es una comida tan rara. Lo peor eran unas como anguilitas disecadas y las cabezas de gallo. Guacala.

También he ido ya a los pubs y me gustan los que tienen música tradicional irlandesa en vivo. Ocupan mucho el violín y una su flauta medio rara y la que más me agradan es “Leaving of Liverpool” y “Spanish lady”.

La Guinnes no, repito y que quede claro, no me gusta. Prefiero la Harp o la Carlsberg. Esas si son bueeeeeeeeeeeeenas. Me gusta también una sidra sueca que venden acá.

Y bueno, ya finalizo, y como hubiera dicho en mi antigua vida de periodista:
Reporto, desde Belfast, en Irlanda del Norte, Christian Guevara, para www.chilguete.blogspot.com

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