viernes, septiembre 22, 2006

La tensión en el aire

Del programa nos llevaron a conocer Belfast, la capital de Irlanda del Norte y junto con Dublín, la capital de la otra Irlanda, las ciudades más importantes de la isla.

No tuve tiempo de turistear como hubiera querido, porque me pareció una ciudad muy bella y ordena, aunque bastante pequeña. Yo creo que el Gran San Salvador en su conjunto es unas 4 veces más grande y, con suerte, sólo unas 100 veces más sucio. La ciudad es bastante industrial y se ven extensas zonas de fábricas. También cuenta con varios astilleros, que son los sitios donde se arman los barcos más grandes, y el más famoso de ellos es el Harland & Wolff, donde se construyó el Titanic.
Como una Londres en miniatura, Belfast es atrevesada por el rio Lagan. Pero durante el "tour" encontré que no es el rio lo que separa la ciudad, sino es la profunda división entre los católicos (la gente del Sinn Féin y el Ejército Republicano Irlandés o IRA) y los protestantes que aún se mantiene, casi 8 años después de firmado un acuerdo de paz, que es conocido como el Acuerdo de Viernes Santo o Good Friday Agreement.

Como un pequeño resumen, la gente del IRA mantiene un conflicto que inició en 1969 y que buscaba lograr que las dos irlandas se unieran y que el gobierno británico dejara de ejercer control. El problema es que el sector conservador abogaba por mantenerse bajo el contro de la corona y la guerra se desató, cobrando unas 3 mil vidas.

En realidad, más que una guerra civil generalizada, tal como sucedió en El Salvador, lo que pasó acá fue un conflicto de barrios en la ciudad de Belfast. Y eso fue lo que más me llamó la atención, que las secuelas de ese conflicto se mantiene aún intactos.

Es "normal" en Belfast, hallar que las casas de esquina estén pintadas con murales ("mirrors") que abarcan toda la pared y que sirvan como señales distintivas de la pertenencia del barrio. En la parte católica de la ciudad, es frecuente hallar murales atacando a gobiernos como los de Estados Unidos o Israel, aliados de Inglaterra, y apoyando la lucha de los palestinos. Me llamó muchísimo la atención que los Voluntarios Irlandeses (que son los grupos paramilitares que luchaban en la ciudad) se vistan igual, adopten idénticas poses y que incluso los funerales de algunos de sus militantes sean lo mismo que la gente de Hamas o de otros grupos en el Cercano Oriente.



Los murales de estas casas no son pagadas por el propietario, sino que toda la comunidad reune fondos para la pintura y para contratar al artista. Lo que muestra todavía la tremenda división que hay.
Aparte, hay muros que sirven como frontera entre los barrios católicos y protestantes. Me divirtió bastante ver como la gente de Suecia, Alemania e Inglaterra veían con asombro como las ventanas de las casas más cercanas tenían balcones, tal y como todas las casas de El Salvador. Porque acá, el 98% de las casas que he conocido tiene solo el muy vidrio en las ventanas e incluso dejan sin llave todo el día la puerta principal.

Los muros también sirven como extensas vallas publicitarias donde la gente expresa su odio y es común hallar mensajes pidiendo regresar a las armas y matar al contrario. La otra frontera son las estaciones de policías. A pesar de que el conflicto ya terminó, los cuartes más importantes de los cuerpos de seguridad se encuentran delimitando los barrios y, en las zonas donde la violencia se desató con más fuera, hay cámaras de video grabando todo el día.

La división se da en las escuelas también, por lo que el fenómeo tendería a prolongarse en las nuevas generaraciones de irlandeses. Ya que uno tiene que escoger si su hijo irá a una escuela católica o anglicana y me decían que una tercera opción, que es una ecuménica o donde pueden juntarse dos tendencias, apenas es elegida por menos del 10% de la población.

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