martes, febrero 27, 2007

Area 438 Row FF Seat 13

Así es. Para que los que acertaron, el título de este post es el asiento que ocupé en el partido entre el Celtic y el Milán, por los cuartos de final de la Liga de Campeones, en el mítico estadio del Celtic Park. Y tal como suponen, los que ya tienen la experiencia de haber logrado conseguir el boleto media hora antes de un gran partido en Europa, fue en el último asiento, en la última fila y en la última tribuna. Literalmente como dijo Taura, que se echó un mascón del Madrid en el Bernabeú en las mismas condiciones, quedás en el “quinto culo”.

Cuando vine a estos lados, traía la idea de ver a cómo diera lugar un partido del Real Madrid jugando en su cancha, sueño que todavía no he cumplido pero que está en la agenda de próximos viajes. Con eso me conformaba. Pero buscando información para escribir acerca de la rivalidad entre los dos grandes equipos escoceses (y al mismo tiempo irlandeses), el Celtic y el Ranger, me topé que los dos estaban vivos en las diferentes copas que están jugando y... sorpresa.!!! tenía días libres justo en la fechas en las que se jugaban los cuartos de final de la Champions y el partido iba ser en Glasgow.

Así que de la nada y casi de inmediato comencé a hacer planes. Lo primero fue desilusionante: la página web del Celtic anunciaba que 58 mil entradas ya estaban vendidas o reservadas y que sólo quedaban las que se iban a enviar a Italia. Como me dijo Jimmy, el escocés que trabaja acá: “Si conseguís una entrada voy a estar celoso, porque va ser casi imposible”. Robert, mi coordinador y quien trabajó en Escocia, estuvo ayudándome a conseguir el tiquete pero todas las llamadas que hizo siempre obtuvieron la misma respuesta: va ser un milagro, ya todas las entradas están vendidas.

Y así fue, confiando en los milagros compré el boleto de avión y me fui decidido a encontrar el tiquete afuera del estadio.

Me quedé en la casa de Sarah Brown, una chera buenísima onda que trabaja con los jóvenes en Glasgow y que tiene frecuentes contactos con Corrymeela. La suerte empezaba a tomar forma porque ella vive a tan sólo 10 minutos a pie del estadio. Llegué al Celtic Park temprano y pasé dos horas buscando el boleto sin suerte. Lo más cerca que estuve fue un tipo todo mafioso que me ofreció el trato de venderme seis entradas por un precio elevadísimo. Empezaba a desilusionarme y me consolé buscando una mejor posición para ver por lo menos llegar a los jugadores.

Los primeros en llegar fueron los del Celtic, y el recibimiento fue apoteósico. Eran miles de fans los que estaban afuera (los Bhoyz tienen la fama de ser una de las barras más fieles y aguerridas en el mundo. Para muestra: cuando el Celtic disputó la final de la Copa UEFA hace un par de años, más de 80 mil fans viajaron a Sevilla para apoyarlo). Fue emocionante oir cantar “You never will walk alone”, el himno del equipo, un canto que sólo cesó unos minutos antes de finalizar el partido, cuando la defensa del Milán hizo añicos los sueños de los escoceses.



Para ser sincero, del actual equipo escocés se muy poco, y para mí sólo eran reconocibles las figuras del danés Thomas Gravesen y las del japonés Nakamura, también me sonaba el capitán Neil Lennon, pero hasta ahí. Pero el Celtic es uno de los equipos más famosos del mundo, con una historia envidiable. Ganó la Liga de Campeones en 1967, con sólo jugadores locales ( y cuando digo locales lo digo literalmente al extremo. Los “once leones de Lisboa” eran católicos que nacieron y vivían a menos de 4 kilómetros del estadio) y dos años después fue subcampeón. Es el vigente campeón de Escocia y ha ganado la liga de ese país por lo menos en 38 ocasiones, sólo superado por el Rangers.

Como por magia, cuando los jugadores del Celtic entraron a los camerinos, la multitud desapareció. Sólo quedaban un centenar de aficionados del Milán esperando a su equipo, coreando la figura de Kaká. Hice un nuevo intento y sólo me topé otra vez al mafioso que me ofreció el mismo trato.

Ni modo, regresé otra vez a ver si veía al Milán. Y a los pocos minutos apareció el bus y comenzaron a descender uno por uno. Intenté tomar fotos, pero estaba lejos y no había mucha luz y pensé que hay ocasiones que el párpado es el mejor obturador y la retina es el mejor lente fotográfico y decidí mejor verlos. Que la foto me quedara en el recuerdo y no en un archivo JPG.



Creo que no soy un loco del fútbol, pero si me entusiamó cuando vi a Kaká y Dida, a Pirlo, a “Rhino” Gattuzo y al Pipo Inzaghi; pero sobre todo, cuando vi al capitán de la azurra y los rosseneri, al que para mí es el mejor defensa de los últimos veinte años, campeón del mundo y leyenda: Paolo Maldini, el número 3. Jugadorazo.

Cuando regresé a la realidad, ya sólo quedaba poco más de media hora para que el partido empezara. Pero enfrente de la tienda del Celtic, cuando ya daba por perdido todo, vi una mano con un boleto en el aire. Fue todo lo que necesitaba.

El partido terminó con empate a cero. El famoso “catennacio” italiano fue el que mejor supo llevar las riendas del partido. El Milán y el Celtic se llevaron un empate, yo me llevé mi primer gran partido.

P.D. Dos semanas después, el Milán venció al Celtic en el partido de vuelta. Un golazo de Kaká, que al final pudo vencer la resistencia de Boruc, en los últimos minutos del extratiempo terminaron con la aventura del Celtic.

1 comentario:

Unknown dijo...

me encanta ver las fotos pero me gusta mas cuando va acompañado de la respectiva anecdota :)