miércoles, marzo 21, 2007

El esfuerzo de mantener las tradiciones


Afuera una lluvia fría anunciaba la pronta llegada de la primavera, pero dentro del centro comunitario se sentía el calor de los festejos salvadoreños. Cuatro jóvenes y un niño, miembros del grupo Cuscatlán, bailaban el Torito Pinto. En la cocina, dos mujeres torteaban las tan ansiadas pupusas, de queso y revueltas. Había también tamales y pastelitos. El español reinaba en las mesas y de no ser porque la presentación de los bailes y algunos discursos fueron en sueco, uno fácilmente olvidaba que la actividad se estaba realizando en Escandinavia. La cumbia, la salsa, las canciones de los Flores y el merengue le pusieron el toque tropical a la velada. Los jóvenes que nacieron o crecieron en Suecia cubrían la pista de baile y diestros en sus movimientros lucían con orgullos sus raíces latinas. Así fue como el sábado recién pasado la comunidad salvadoreña en Örebro celebró el día internacional de la mujer.

La celebración me hizo pensar en la forma en que los salvadoreños luchan por mantener vivas sus tradiciones y por transmitirle a sus hijos su cultura. En Estados Unidos, Canadá, Australia, Italia y México nuestros compatriotas realizan fiestas similares, que son, además de una oportunidad de socializar, el mecanismo que utilizan las asociaciones para recaudar fondos que en muchas ocasiones son utilizados para financiar proyectos de desarrollo en El Salvador.

Hablando del tema cultural, muchos salvadoreños aquí en Suecia y en otros países se enfrentan con la difícil tarea de tratar de transmitir las tradiciones y la identidad salvadoreña a sus hijos. El idioma es un elemento clave. Para los hijos de los migrantes, que también son considerados salvadoreños por herencia, hablar español es una ventaja; pues en este mundo globalizado en el que vivimos, hablar dos, tres o cuatro idiomas tiene peso en el mercado laboral.

Pero el mantener las tradiciones en el extranjero es importante no sólo para los migrantes de primera, segunda o tercera generación, sino también para El Salvador. Mientras los migrantes mantengan un vínculo cultural y se sientan de una u otra forma identificados con el país, van a seguir aportando al desarrollo incluso cuando ya no tengan familia radicada en El Salvador. Pero además, el mantener vivas las tradiciones a través de grupos de danza folclórica, la elaboración de comida típica y los bailes, ayuda a promover el interés de los extranjeros por el país. Por ejemplo, el sábado varios suecos y otros extranjeros llegaron a la celebración para conocer más sobre la cultura salvadoreña y también para practicar los bailes latinos que se han puesto de moda en Escandinavia.

Termino diciendo que estando lejos me alegra tener la oportunidad de juntarme con los compatriotas en estas fiestas y por supuesto también me gusta comer pupusas, tamales y pastelitos cuando se puede.

Este blog fue escrito por mi amiga Adriana Valle, una de las periodistas con más experiencia en el tema migratorio y con quien compartí esa fiesta. No escribí mi propia version, porque Adri lo hizo insuperable y retomando muchos detalles. Este artículo fue publicado en La Prensa Gráfica hace un par de semanas.

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