sábado, septiembre 08, 2007

El último desde Europa

El tiempo en el Viejo Mundo llegó a su fin y, como despedida de esta aventura, que me llevó exactamente un año fuera de El Salvador, pues escribo este mail, conciente de que las próximos posteadas serán desde las tierras de Anastasio Aquino y Atlacatl, hasta que el destino decida lo contrario. Y creénme, voy decidido a buscar por todos lados: becas, voluntariados, trabajos, para salir otra vez del chipuste de paisito de donde vengo.

A pues acá estoy, no sentado en una computadora con vista a una de los grandes monumentos de Londres, más bien, en un humilde ciber café (baratiere!!! de un dólar la hora, bueno fifty p como dirían ellos) y estoy rodeado de majes que deduzco son polacos, ucranianos y bastantes africanos - por experiencia - , la mayoría nigerianos, y cuya jeringonza ya me tiene chino porque la mayoría está hablando en el Skype. No es de extrañar, ahorita me estoy quedando con un padre irlandés llamado Joe Ryan, muy buena gente aunque medio campechano, amigo de David QuinneyMee y que tiene su parroquia en un barrio de alta inmigración. Pues si, mis últimas líneas entonces saldrán desde una máquina en el barrio de Turnpike, en el norte de este trozo de ciudad.

Mis planes para ahora son ir al museo de arte moderno, el Tate Modern, y ver por primera vez pinturas de Dalí. No es que sepa mucho de arte, pero después de rebotar de museo en museo ya vi por lo menos una pintura de todos los grandes artistas que ya conocía y sólo Dalí me falta en la lista. Después de esas visitas, un artista más entre en el Olimpo de esos grandes entra Bronzino, que nunca lo había oído antes, pero que me dejó con la boca abierta.

Regresando a las últimos días. Pues mi semana final en Irlanda la pasé con David, Rachel y las niñas en su casa de Ballycastle. Nunca voy a dejar de agradecerles a esta familia inglesa, los "papás" de todos los salvadoreños que cruzamos el charco hacia Corrymeela, todo el apoyo y cariño que me dieron. Jajajaja, hasta el final me di cuenta que a veces les costaba entender mi español, rápido y cargado de caliche salvadoreño, pero es que David me parecía que lo hablabla tan bien y mencionaba palabras como chivo, chévere, cipote... pues que uno olvida fácilmente que el español no es su primera lengua. Además, su corazón les bombea sangre guanaca y ellos sueñan, sudan y sonríen como lo haría un salvadoreño. Siempre he creído que ellos son más salvadoreños que nosotros, porque aunque nacieron en Inglaterra, voluntariamente escogieron enterrar su corazón el chipustillo de América. (Puta, ya se me salió el Dalton que llevó dentro y es que como no: si yo soy uno de esos comelotodo, hacelotodo, hijo de la gran cien mil putas).

La última imagen que me quedó de Irlanda fue una larga estela de espuma blanca y las montañas alrededor de Belfast que se lograban ver desde el Stena Line, el gigantesco ferry que agarré para ir a Inglaterra. Al final llegué a Stranraer, desde donde salí para Manchester y Birminghan hasta la mera capirucha inglesa.

A pesar del descanso en la casa de David y Rachel, yo salía literalmente molido. Estaba cansado de estar en un lugar que no fuera mi hogar, estaba cansado de haber sido el último de todos en salir y por lo tanto despedir a uno por uno, estaba cansado de joder - como diría Taura - y cansado de trabajar también. Especialmente, fue muy difícil decirle adiós, o hasta luego, a Niki y Jason, Hanna, Ochanya, Daniel, Robert y a muchos del staff y de los miembros de la comunidad. Ellos fueron mi familia durante este tiempo y de algunos me encariñé mucho.

Yo, sinceramente, quebré el estereotipo que llevaba de que la gente de los países de primer mundo eran más insensibles, fríos y con poco interés en problemas reales en el mundo. Como en todos lados, hay gente así, pero también hay muy diferentes: sensibles, cariñosos, buena onda, inteligentes. Tuve suerte y conocí muchos de los últimos.

Con la noticia que Pavarotti se murió atormentado con su nueva mujer, algo que a la larga pagó por su afición a la infidelidad; con la algarabía del mundial de Rugby (al que ahora entiendo mejor y me empieza a gustar); con planes de aprovechar al máximo Londres y con miedo a la gran sentada en el avión y a que me quitan las semillas de marihuana que le llevo a Ratanás... pues me despido desde este lado del mundo.

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