domingo, abril 08, 2007

La costa mágica de Ballintoy


Aprovechando mi fin de semana libre me fui a Ballintoy, el pequeño pueblo de donde es Daniel, otro de los voluntarios, y que quedará a una media hora de donde vivo.

Decirle pueblo a Ballintoy es mucho. Si estuviera allá en El Salvador llevaría el pragmático y pomposo nombre de caserío, porque eso es lo que es: un puñado de casas semi-juntas que a lo que más llegan (exagerando por mucho) es a una mil personas. Yo creo que El Chaperno, el caserío que queda en el pueblo donde nació mi papá tiene más de urbe y cosmopolita que acá.



Como toda Irlanda, Ballintoy está rodeado de campos para pastorear ovejas. Estuve un rato con ellas tratando de tomarles fotos a los corderos, que por estas épocas después de invierno es que nacen y que ya me tienen chino con sus balidos. Pero es difícil, las ovejas son unas cobardes de primera y salen huyendo en estampida cuando medio te le acercás.

Bueno, escogí Ballintoy para descansar precisamente por eso: por la tranquilo: Los tres días me levanté casi al mediodía y sólo para pegarme unas grandes hartadas que tenía lista la mamá de Daniel, cuyo hobbie es cocinar, cosa a la cual no me opuse. El papá de Daniel es el típico irlandés, orgulloso de su patria y siempre con un vaso de whiskey en la mano.

Yo creo que con el maistro castigué más al hígado que cuando vino Taura. El secreto del maistrillo para resistir un montón es ponerle un poquito de leche al whiskey. Así se le mata el talegazo. Taura, apuntá el tip de la semana.



Lo otro famoso de Ballintoy son sus playas y su costa. Es una cosa impresionante, que no tenemos en el país. Comienza en la costa de Whitebay, donde todas las piedras y los acantilados son blanquísimos, y repleto de pequeñas cavernas. Cerca de ahí, está la bahía de Carrick-A-Fergus, donde está el puente colgante del que les hablaba en mis primeros días acá.

Se puede caminar a lo largo de los acantilados y pasar por una serie de rocas con formaciones súper raras, formando arcos o siluetas de animales, a la par de una montaña donde vimos infinidad de conejos y hasta un zorro (y no me refiero a Canseco) y terminar en la tranquila playa de PortBrannon.


No hay comentarios.: