miércoles, julio 25, 2007

Paradojas

Partamos de un hecho simple. Las bajas cifras de desempleo en El Salvador son el resultado de un sistema de conteo con enormes problemas de definición y cálculo y es la única explicación para que, según la Dirección General de Estadísticas y Censos (DIGESTYC), sólo un 6% de los salvadoreños se encuentre desempleado, una tasa exitosa comparada a la de países europeos ricos y desarrollados como Holanda (5.5) y Suecia (5.6) y superior a la de otras naciones altamente tecnologizadas y con gran pujanza económica como Canadá (6.4), Finlandia (7) y Alemania (7.1). Las dudas se agravan cuando se sabe que El Salvador es el segundo país con la más lenta tasa de crecimiento económico en la región latinoamericana, sólo por debajo de Haití, y con una línea de pobreza que afecta al 35% de sus habitantes.

Según la definición de la DIGESTYC, la Población Económicante Activa (PEA) incluye a las personas que trabajan por un salario, a los que buscan activamente un trabajo y a los que trabajan sin pago directo en un establecimiento familiar o de su pertenencia. En ese último grupo se incluye sin discriminación a todos aquellos salvadoreños que recurren a la denominada "Economía Informal, por la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), para subsistir y que puede incluir una gran variedad de trabajos, desde administrar una pequeña pupusería hasta cantar en algún bus del transporte público. No es de extrañar entonces que, a pesar de la alta tasa oficial de empleo, un 56% de los trabajadores en el área urbana no tenga cobertura médica y social, sólo por poner un ejemplo.

Tomando como base ese precedente, es fácil entender en alguna forma que el nuevo fenómeno social salvadoreño de las últimas dos décadas, el ascendente incremento de las remesas por parte de inmigrantes que viven en países ricos, principalmente en Estados Unidos, esté contribuyendo no sólo a mantener la economía salvadoreña a flote sino también las cifras oficiales de empleo.

No se puede dejar de lado que los casi dos millones de salvadoreños que residen en el exterior, y que envían remesas al 22 por ciento de los hogares salvadoreños, contribuyen a crear empleos estables. Por ejemplo, nuevas sucursales bancarias o agencia de envíos de dinero están siendo abiertas en el interior del país, especialmente en aquellos pueblos con alto índice migratorio; lo mismo que el tráfico aéreo se ha multiplicado por diez, creando nuevos puestos en la no tradicional industria de la aviación; o el vertiginoso ascenso del visitante "nostálgico", que ya alcalza el millón al año, lo que ha elevado veinte veces el ingreso del sector turístico, según el último Informe de Desarrollo Humano del PNUD.

Otra ventaja que trae el fenómeno migratorio es el enorme impacto que ejercen las remesas, que ya sobrepasan los 2 mil 500 millones de dólares al año, y que está cambiando el mapa económico del país rápidamente. Parecería evidente que con la llegada de ese flujo de dinero, que equivalía a un 16% del Producto Interno Bruto en el 2004, algunos sectores laborales se reactivaran, como por ejemplo el auge de los trabajadores de la construcción en la zona de oriente debido a la demanda inmobiliaria. Además, según el PNUD, es una práctica común que parte del dinero se invierta en la mejora o adquisición de infraestructra básica de una vivienda, como energía eléctrica, agua potable y electrodomésticos. Esta última parte abre la puerta a que muchas mujeres, ahora líderes de familia ante la ausencia de su pareja quien trabaja en el extranjero, ingresen al mundo de la economía informal por medio de pequeños negocios como tiendas, salones de belleza, cafeterías, etc, colaborando con las cifras estatales.

Aunque este último punto es bastante discutible y podría variar según la región del país. Un ejemplo claro es el municipio de Concepción de Oriente, donde un 63% de los hogares recibe remesas pero cuya tasa de desempleo alcanza el 19%; en contraste con Santa Catarina Masahuat, el municipio que menos remesas recibe en el país, con apenas un 0.6%, pero cuya desocupación, con 6.9 por ciento, está cercana al promedio nacional.

Finalmente, el punto más negativo del binamio migración y desempleo podría ser que con el creciento flujo migratorio de personas en edad económicamente activa, y que ya alcanza un 20% de la población salvadoreña viviendo en el exterior, las cifras oficiales se vean beneficiadas con la paulatina desaparición del sistema de personas pobres y desempleadas. Un reciente encuesta realizada por un periódico local cifró en 47% el nómero de compatriotas que gustan de la idea de dejar el país y un 49% de estos asegura que la principal razón era la falta de empleo. Paradojas? No, sólo inconcistencias.

P.D. Esto post sobre economía fue la combinación de 2 factores. El primero, una hermana desesperada porque no había hecho su ensayo para su máster en Negocios; y, segundo, dos guanacos con insomnio la misma noche, uno en Noruega, y mis huesos en Irlanda, y que pasaron toda la noche en vela y vieron el amanecer hablando de proyectos políticos, viejos amigos en común y nuevos sueños por hacer. Aparte, de escribir esto, claro está.

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