lunes, julio 02, 2007

Venecia, la rosa del mar

Venecia era uno de mis grandes sueños durante este año en Europa. Y creo que después de saber que no podía ir a Praga o Viena, por que ya me quedé sin pisto, pues conocer Venecia fue vital para que la balanza se inclinara entre un viaje a Italia o a España, cuando estaba planificando las vacaciones con mis papás. No me podía quedar sin conocer una joya de Europa de ese calibre. Y no sé, siempre se hace que Madrid y otras ciudades españolas son más accesibles desde El Salvador que las ciudades italianas. Por lo menos suenan menos lejos. Igual, no me arrepiento de haber escogido Italia.

La ciudad de los canales y las góndolas fue la última parada de los diez días de viajes que hicimos sin parar con mis papás, trece si contamos los que pasamos conociendo Belfast y algunos pequeños pueblos norirlandeses en los alrededores. Ya era el último tramo y para ser sincero ya estaba cansado de andar rebotando de hotel en hotel (puta es feo siempre tener la incertidumbre de cómo va ser el hotel, si va ser calle, si va estar bien ubicado o hasta el quinto sobaco del mono, ya que eso de bookear en Internet tiene sus grandes ventajas, pero también sus contras) y ya habíamos gastado casi toda el bee - gee, especialmente comprando para la Lorena e incluso algunas cosas para la boda de Karla.

Además, ya mi papá me tenía un poco cansado - y preocupado - con eso que no le gusta cualquier comida que no sea la salvadoreña. Preocupado porque cualquiera con un poco de amor se preocupa que su papá no quiera comer nada y llegue a la casa todo sequito; y cansado porque de verdad que jode mi tata. Jode no, chinga. El colmo llegó un día, por cierto en Venecia, cuando me comía un sandwich de atún con queso y dijo que el sólo ver esa "carne de caballo" le había dado diarrea. Primero, desde cuándo es mi papá forense de equinos para determinar la procedencia rocinante de la carne y, segundo, cómo se le ocurre que le va dar mal de estómago sólo con la vista. Es perro, creanme, salir con mi papá, porque él siempre guarda una fuerte esperanza de hallar algo como comida a la vista netamente guanaca a cualquier lugar que vaya. Les juro que en el fondo de su alma siempre creyó hallar algo chiles verdes rellenos en París o huevos con chorizo y flor de izote en Roma.

Ejemplos, si no me creen. Casi se muere del asco cuando estábamos comiendo una ensalada de salmón, tan rica que es esa carne rosadita, porque dijo que eso era "vómito". O cuando Betsy, mi host family en Belfast, dijo que nos iba a cocinar un desayuno especial para darles la bienvenida y vieran con que alegría se despertó él siguiente día. Todavía le advertí que no se ilusionara tanto y que los desayunos acá ni por cerca al guanaco style, pero jamás se le borró la idea. Pobrecito, la cara que puso cuando sus imaginarios plátanos fritos se transformaron en pancakes, sus frijoles negros eran croassant con mantequilla y sus huevos fritos con tomatada, el quesito duro, la crema que hasta parece sorbete... pues no era más que un enorme tazón de muesli.

No sé porqué me alargué tanto hablando de eso. Tal vez porque quería desahogarme, ya que fue lo más cansado y desgastante durante todo el mes que me visitaron. Siempre corriendo de arriba para abajo para almorzar o cenar con ellos, porque él no quería comer el menú del día y mi mamá tenía que cocinar.

Regresemos a Venecia. Nos quedamos en un hotel bien vergón llamado Martello, en las afueras de Venecia en la zona conocida como Marghera, ya que los que estaban en las islas eran muchos más caros. De todos modos, el tren pasaba cada diez minutos y solo valía un euro, así que para los que piensan o están planificando venir, ahí les dejo un tip.

El primer lugar interesante que vimos fue iglesia cercana a la Piazella Roma, a la par de la estación de trenes de Santa Lucía. Sinceramente, no me acuerdo del nombre, creo, pero no estoy seguro, que era la Chiesa degli Scalzi, un templo bastante pequeño, con una fachada decorada con estatuas y coronada en su punto más alta con una de Jesús. Si es esa iglesia, pues fue construida en 1660 y fue consagrada a la Virgen de Nazareth y era parte de la orden de las Carmelitas Descalzas.

A mí lo que más me impactó fue el decorado del retablo sobre el altar (es la fotografía de la derecha). De verdad que me quedé con la boca abierta al contemplar la estatua de Jesús flanqueado por una fulgurante estrella dorada, rodeado por algunos querubines y deduzco que las de abajo no son personajes bíblicos sino musas, todo ello bajo un "manto" dorado labrado en madera que parece caer sobre todo el conjunto. Busqué y busqué info en Internet de quién fue el artista, pero no hallé nada. Así que tampoco sé si la descripción fue la correcta o si no eran musas sino representaciones griegas de Scarlet Johhanson o Angelina Jolie, pero fue mi mejor intento.



De la Chiesa degli Scalzi caminamos derecho hacia la famosa Plaza de San Marcos, el corazón de Venecia, sólo siguiendo el instinto y a la multitud de turistas que atestaban los pequeños pasajes. Y es que era innecesario, e imposible, leer el mapa de una ciudad que más parece un intrincado laberinto de 800 pequeños puentes, callejuelas angostas cubiertas de personas y de negocios a ambos lados y construida sobre 120 islas.

La historia de Venecia, ubicada en la laguna Veneta en el mar Adriático, comenzó en el siglo V, cuando los pobladores de la ciudad de Padua se refugiaron en esas islas luego de ser derrotados en la invasión bávara proveniente de Germania y, cincuenta años más tarde, de la protagonizada por Atila y sus guerreros hunos. Sus aguas poco profundas se convirtieron en murallas infranqueables para futuros atacantes y la ciudad comenzó a adquirir prestigio durante el paso de los siglos, dominando el comercio de especias y finalmente durante las Cruzadas, cuando después de un saqueo en Alexandría las famosas reliquías del cuerpo de San Marcos (sólo el cuerpo, el cráneo no pudo ser rescatado) fueron tomadas y alojadas en la ciudad, que dispuso a a hacer una nueva basílica con ese objetivo.

La Basílica, iniciada en el 828, fue concebida como una ampliación del Palacio Ducal con un diseño tradicional de cruz griega muy de moda en la época, pero después de un incendio fue reconstruida por arquitectos y obreros de Constantinopla, de donde obtuvo su diseño actual, netamente de estilo bizantino, y fue finalizada en 1073.

La fachada es un colorido mosaico de mármol con una variedad de elementos decorativos, debido a que una ley de la República Veneciana imponía que los mercaderes pudientes trajeran regalos para embellecer el templo después de un viaje afortunado. El resultado fue un verdadero mix de estilos orientales, por ejemplo estatuas traídas de Siria o Egipto o, incluso, pilares provenientes de Jerusalén.

San Marcos es la sede del Patriarca de Venecia, un título puramente honorario pero de gran importancia en la tradición latina de la Iglesia Católica y que ahora solamente está reservado por los arzobispos de tres iglesias más: Lisboa, Jerusalén y las Indias Orientales. En la actualidad, el cardenal Angelo Scola ostenta el cargo en Venecia y su importancia se hizo notable cuando fue uno de los candidatos (conocidos como Papabiles) durante el cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II.

Uno de los detalles que más llaman la atención son las estatuas de la fachada (fotos segunda fila). La primera fotografía es la de San Marcos, flanqueado por un coro de ángeles. Mientras que en la segunda se muestran la de los apóstoles. Otras estatuas famosas, "los caballos de San Marco", datan de la época romana y fueron traídos desde el Hipódromo de Constantinopla, en Turquía, después de haber sido saqueados durante la Cuarta Cruzada. Napoleón los tomó como tesoros después de invadir Italia, en 1797, pero fueron devueltos en 1815 por intermedio del Imperio Austríaco. Pero no tengo fotos, se las debo. Los originales están en el tesoro de la Basílica y es prohibido usar cámaras y las réplicas, normalmente enfrente de la fachada, habían sido removidas para darles mantenimiento.




Las únicas fotografías que pude tomar de los mosaicos interiores son las imágenes de arriba, (primera fila), porque estaban ubicadas en el espacio destinado a la venta de souvenirs. El interior fue bastante decepcionante para ser sincero y aparte de una atmósfera bastante lúgubre, comparada sólo con la de la Basílica de Santa Sofía, en Bulguria, según todas las guías de viaje que leí, lo más interesante es la Pala de Oro, una obra maestra de la orfebrería hecha en 1102, que contiene casi 2 mil gemas preciosas y narra la historia de San Marcos.

De una forma y estilo muy diferentes, casi opuestos, la otra parte de la Basílica la conforma el Campanil, siguiendo la tradición de los templos italianos, de construir el campanario separado del cuerpo principal. La torre es el punto más alto en la ciudad, con casi 100 metros de altura y originalmente construida en 1514, pero se desplomó en 1902, después de que la pared norte de la edificación se agrietara. Milagrosamente, sólo un gato murió y una librería fue destruida. La comuna de Venecia reconstruyó la torre tal y como la original, sin mayores detalles, hecha en ladrillo plano excepto en las ventanas que dan salida al sonido de sus cinco campanas y sólo coronada con una pirámide en cuyo punto más alto se encuentra una estatua del arcángel Gabriel.

El otro símbolo de la ciudad es el Palazzo Ducale, la sede de gobierno de la antigua República Venecia y vivienda de los "dux" o duques que la gobernaron. Inició como una fortaleza en el siglo X, pero fue transformada en un elegante palacio por el dux Sebastiano Ziani. El edificio es un símbolo del estilo gótico veneciano y una obra maestra de la arquitectura porque la parte sólida fue construida en el extremo superior y los pequeños arcos sostenidos por columnas, conocidos como ojivas, en la parte inferior.

El Palazzo es famoso por tener el símbolo del "amor" de Florencia, el famoso Puente de los Suspiros, en un claro ejemplo de las tergiversaciones tontas de los turistas. Ya que el objetivo de construir el puente no tenía nada de romántico, sino que los suspiros provenían de los prisioneros que eran trasladados del palacio ducal a las prisiones, o piombi, y veían posiblemente la luz por última vez antes de morir en los insalubres calabozos. El más famoso prisionero fue Giacomo Casanova, el famoso "don juan", encarcelado luego de descubrirsele en una orgía entre el abad de la ciudad de Bernis, el embajador francés y dos monjas. Casanova logró escapar un año después y vagabundeó por toda Europa y se involucró sexualmente con 127 mujeres antes de morir de viejo.



Otro edificios famosos en la plaza incluyen la Torre del Reloj, uno de los relojes más famosos de Europa, instalado originalmente entre 1496 y 1499 por los Rainieri, una famosa familia de relojeros, y aparte de la hora, también funciona como un reloj astrológico. La obra incluye una gran campana de bronze colocada en lo alto de la torre que es repicada por dos pastores de metal, mientras su aguja es un rayo que sale de su centro, un astro solar, y su numeración es romana.

El objetivo de tener un reloj de tales dimensiones fue el de facilitar a los navegantes su hora de salida y de llegada cuando arribaban a la plaza.

Las otras grandes estructuras de la plaza son los edificios de la Procuraduría Vieja, ubicada al norte, y la Nueva, en el sur, unidas por una arcada conocida como el Ala Napoleónica. La primera fue construida en el siglo XII como residencia para los procuradores de la república veneciana y fue ampliada con el sector nuevo 300 años más tarde. En un primer momento, los dos edificios se encontraban separadas por una pequeña capilla que fue demolida en 1810, para construir una residencia al emperador francés, luego utilizada por la efímera monarquía italiana y ahora como alojamiento para los presidentes, cuando visitan la ciudad.

Ahora también funcionan un pequeño museo, el Correr, y algunos cafés y restaurantes carísimos como el Caffé Lavena, fundado en 1750, y famoso por ser el favorito del compositor clásico Richard Wagner. Y aunque soy un completo analfabeto en ese mundo, no como mi amigo Fran Domínguez, por lo menos sé que Wagner compuso "Las Valkirias", como parte del Anillo de los Nibelungos. No dan cuál es? Se acuerdan de la antigua canción con la que abría Teleprensa cuando salía en Canal Dos, pues esa es. Ultimamente, el famoso cellista Rostropovich, que murió hace poco, era uno de sus clientes habituales; además de los artistas que participan en el famoso Festival de Venecia.

El último de los atractivos lo constituye algo más perecedero que los grandes edificios: una multitud de palomas de castilla, que revolotean atentas a quien les de de comer. Por un euro, uno puede comprar una bolsita con maíz. Creo que de los mejores recuerdos de ese viaje, fue la cara de felicidad de mis papás cuando les estaban dando de comer. Todavía mi papá, que a veces es un poco apagado o tímido, me repetía: Tomános una foto, Tomános una foto. Creo que sólo verlos tan contentos, como niños, valió la pena de haber estado lejos todo este tiempo.

Ciudad universal

Las estampas de Venecia, con sus canales y sus famosas góndolas, son conocidas en todo el mundo. Especialmente, el canto del gondolero, algo que incrementa ya el alto precio de casi 100 dólares (70 euros) por una hora de paseo. Una cosa que me llamó la atención es una ley que prohibe que los gondoleros sean personas nacidas afuera de Venecia, dejando a los nativos todo el negocio.

El otro medio de transporte, mucho menos romántico y fotogénico, lo constituyen los Vaporeto, el equivalente a los buses en la ciudad y que utilizan únicamente la vía más importante, el Gran Canal, que comienzan en el puente de la Scalzi y termina en otra iglesia increíble, Santa María de la Salud. El costo por un viaje con retorno es de 5 euros, un poco más si es de noche.

El Gran Canal también sirve de escenario para otra de las famosas construcciones italianas: el Puente de Rialto, el más antiguo de la ciudad. Construido en madera en 1250, para reemplazar un viejo puente flotante, pero fue reconstruido con su forma actual en el siglo XV, incluso con sus dos hileras de negocios, con la idea de que esos impuestos sirvieran para darle mantenimiento.

Venecia también es famoso por actividades culturales como el Festival de Cine de Venecia, que se inició como un tributo al dictador fascista Mussolini (el premio se llamaba Copa Mussolini), y que luego se transformó en el afamado premio del León Dorado para la mejor película y la Copa Volpi, al mejor actor y actriz. El festival es la parte más conocida de la Bienal de Venecia, una exhibición de arte contemporáneo que incluye danza, pintura, arquitectura, que se celebra a fines de agosto hasta entrado septiembre.





El Carnaval de Venecia tal vez es, junto con el verano, una de las épocas de mayor afluencia de los turistas. Celebrado por primera vez en 1280, aunque con la variante de las máscaras desde el siglo XVII, para ayudar a la nobleza a mezclarse y pasar desapercibida entre la muchedumbre, casi desaparece durante varias épocas convulsas de la historia de Venecia, incluyendo su supresión por Napoleón Bonaparte y por el régimen fascista durante la Segunda Guerra Mundial, pero fue revivido durante los primeros años de la década de los ochenta. Actualmente se celebra dos semanas antes del Miércoles de Ceniza.

Para cerrar, Venecia no ha sido la inspiración para muchos, sino la cuna de varios personajes de la historia. Como Tintoreto, el último gran pintor italiano del Renacimiento; el compositor clásico Antonio Vivaldi, quien compuso Las Cuatros Estaciones (por lo menos esas también las conozco); y mis predecesores viajeros, Marco Polo y Sebastian Cabot, el primero tripeó en la China y el segundo anduvo de vacil en Canadá. Y claro, el ya mencionado e inspiración de muchos, Casanova.